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tormentas a cierta altura de los Pirineos no tiene significación especial si no
se tratara de un caso sorprendente,
al menos para mí. Seguramente serán más de 300 las noches que he pasado
acampado a más de 1500 m de altitud durante tantos años. Noches frías, con
lluvia, nieve, rayos y truenos. Sin embargo como la noche del 4 al 5 de agosto
de este 2012 no recuerdo ninguna. La aventura ha sido la siguiente:
El viernes 3, mi mujer y yo con Hildegard, amiga nuestra y viuda desde hace pocos meses, decidimos participar otra vez en el encuentro de los amigos de la Gran Facha, que desde hace 70 años tiene lugar en el refugio Wallon-Marcadau (1865 m), a unas tres horas del aparcamiento de Plateau des Pountas (1460 m) a 8 km de Couterets (920 m) y a unos 40 de Lourdes. Los pronósticos meteorológicos no son buenos; el sábado, 4, regular-malo; el domingo, 5, malo-muy malo. Sin embargo decidimos salir, pasaremos un día en Lourdes y a la mañana siguiente intentaremos llegar al Refugio procurando burlar el mal tiempo pronosticado. Con esto nos conformábamos. Allí celebraríamos el encuentro; acamparíamos y al día siguiente descenderíamos. Esto es lo máximo que creía podíamos hacer. Y así fue. En Lourdes, en la Misa del viernes, 3, aniversario de nuestra boda, a las 16 horas pedíamos a la Virgen solo poder llegar al Refugio y descender lo mejor posible al día siguiente. Más o menos se iba cumpliendo lo que estaba previsto. En Lourdes hacía algo de frío, nublado como es habitual allí, con una capa de niebla difícil de pronosticar si escondía o no otros movimientos por encima. La presión atmosférica era constante, lo cual daba cierto optimismo.
Día 4, sábado. Del
Hotel Angelico-Myriam nos levantamos a las 6:45 y a las 10:20 salíamos del
aparcamiento de P. des Pountes. Des de allí, el desnivel hasta el Refugio solo
son 400 m, sin embargo el desnivel acumulado supera un poco los 500 m, lo que
explica que el terreno sea algo tobogán e impida coger un ritmo constante y con
el peso de la mochila resulte una aproximación algo pesada. Puesto que en la
bajada debes también acumular casi 100 m más, resulta una excursión bastante
completa de más de 600 m y con 10 kg de peso encima. Esto hace que la subida
prevista en 2 h 30’ se convierta en 3 h 45’, tiempo neto. A esto hay que añadir
el deambular por el llano del refugio y de la Chapelle, que de llano tiene poco,
al menos para los humanos. Cerca de las 14 h llegamos con tiempo amenazador,
pero habíamos conseguido el objetivo. Enseguida encontramos a D. Pedro Estaún,
sacerdote promotor del encuentro por parte de la zona española que ya conocía
hace años. Aprovecho para decir que este encuentro puede también considerarse
como una reunión fraternal de los dos países: España y Francia. No obstante no
entro en detalles acerca de los motivos, historia, etc. de estos encuentros; en
todo caso recomiendo acudir a la página web de le Grande Fache. En medio de un compacto cielo negro por la zona NW, salpicaban
rayos de sol que quemaban, lo que hacía prever mal tiempo, más pronto que
tarde. Sin embargo la presión se mantenía bastante constante: entre 810 y 812
hPa. Y esto animaba a pensar que sería una buena noche. A la 18 h hubo la
concelebración, Misa en honor del Santo Cura de Ars, pues era su fiesta, en la
Capilla que está cercana al refugio y que también tiene su historia. Este año la
Misa es oficiada por el Obispo de Asturias (antes de Huesca-Jaca), D. Jesús
Sanz, en español. La capilla estaba a rebosar. A las 20 h nos reunimos, como es costumbre cuando el tiempo
lo permite, a las afueras del Refugio con cantos españoles y franceses. Un
ambiente, en mi opinión, poco común hoy día, por lo que se refiere a
compañerismo y amistad. Este año, al coincidir en sábado y domingo y a pesar de
los pronósticos del tiempo, éramos muchos, cerca del centenar. Por otra parte
la Misa fue ofrecida por Alfonso Sicart, sobre todo, fallecido hacía menos de 2
meses de cáncer. A sus 59 años había estado en la Gran Facha cuando solo tenía
9 años y era el secretario de la organización de la parte española. La viuda y
familia estaban allí, con personalidad y honrosa dignidad. También cabe
mencionar a Mª del Pilar Balet, de 77 años, que sube todos los años, con los
nietos y demás; ella está buena parte del año en Linsoles, sus yernos son de la
familia Castañé, de Banyoles. Se la considera una excepcional aventurera.
Domingo, día 5.
Inicialmente, el plan era salir a las 6, hacia el Col de la Facha (2664 m).
Allí tendría lugar la bendición de las herramientas de montaña y de las
personas que suben a este extraordinario pico y se suprime la Misa concelebrada
en la cima, ya que el tiempo no lo permitiría; se advirtió que si alguien
quiere hacer más, solo él sería responsable. Nos acostamos todos, los del
refugio y los que estábamos acampados, aproximadamente a la misma hora, hacia
las 22:00. Nada hacía suponer la noche que se avecinaba. Hacia las 12
aproximadamente (yo ya estaba dormido y cansado; el reloj marcaba 00:10) empecé
a oír los primeros signos de tormenta. Poco a poco el retumbar de los truenos,
con la incesante y continua luminosidad de los rayos nos hacía pensar que
estamos en otro planeta o en un bombardeo como el que nos ofrecen algunas
películas bélicas. Nina, mi mujer, duerme, pero se despierta poco después
desconcertada (Hildegard consiguió milagrosamente una plaza en el Refugio).
Nuestros vecinos tuvieron tiempo de coger el saco e ir a dormir en la Chapelle.
Invocamos a los ángeles custodios, los cuáles les tocaba una labor a la medida
de su potencia. Cada episodio de tromba de agua había como una pausa después de
encomendarse a ellos. Pero sin tener tiempo de conciliar volvía el ataque de
los elementos meteorológicos. Cada vez peor. Rezaba a la Virgen de Lourdes que
recordara lo que le habíamos pedido: descender el día siguiente. El tercer
episodio fue dantesco: caían piedras como huevos de codorniz, a gran velocidad
y el ruido que hacían mezclándose con el sonido de los truenos componían una ‹‹melodía››
que yo jamás había escuchado con tanta perfección. Sin embargo, no entró ni una
gota de agua en la tienda. Llegó un momento, al cabo de 4 o 5 horas que casi te
daba igual; pasas por cierta insensibilidad. No tienes miedo. Ves que la ayuda
espiritual responde. Tienes seguridad. Duermo desde las 4 a las 6 de la mañana.
Suenan las campanas de la Capilla. Hay Misa de 7:00. Nos apuntamos. También
celebra el Sr. Obispo, con otros sacerdotes. Era la Misa del domingo. Después
de la Misa, se advierte que se suprime también la salida al Col de la Facha y
la organización no asume ninguna responsabilidad si alguien quiere más
aventuras. Así que, fuera de la Capilla, tiene lugar la ceremonia que debería
haber sido en el collado. Estábamos ante una pausa del temporal, temporal que
duró 7 horas sin interrupción. Desayunamos y desmontamos la tienda sin
problemas. Nos despedimos de D. Pedro. Dijo que tenían que ir a Panticosa dónde
estaban sus vehículos. Ello suponía ascender 800 m hacia el collado de Marcadau
(2.600 m), es decir pasar más o menos por el centro de la sartén dónde se
podrían ‹‹freír huevos›› en cualquier momento. Eran muchos y no les pude
ofrecer otra solución por lo que no les dije nada. Pero era un peligro evidente
y ellos lo sabían. A medida que bajamos nos íbamos apartando del centro de la
borrasca. Los de Panticosa, no. Iban hacia ella. Estuve preocupado todo el
descenso. Por la noche, ya en Castejón, mandé un mensaje D. Pedro. No recibí
respuesta hasta el lunes por la mañana: lo pasaron mal; muchísimo frío y
vendaval. No tengo más detalles de momento. Llegaron vivos a Panticosa y
emplearon 7 horas. Para tener una idea de la influencia de la velocidad del viento,
por ejemplo, a 0º C con vientos de solo 40 km/h equivale a una temperatura de
16º bajo cero. Si estuvieran a -2º, muy probable, con vientos de 80 km/h
podrían ser 35º bajo cero, o menos
incluso. No es ninguna exageración, pero yendo rápido y una vez pasado el
puerto el frío disminuye. A nosotros se nos adelantó el Sr. Obispo y terminamos
juntos en Plateau des Pountes hacia les 13:00. Allí nos recibió una nueva
tromba de agua, pero sin malicia. Ha sido una experiencia digna de la alta
montaña pirenaica. Por otra parte supone un acicate para otro año. Nos esperan.
Nos esperamos. Ánimo, pues, y recordar: 4 y 5 de agosto de 2013.
Josep Cartañà
Pons (6 de agosto de 2012)
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